Ya desde el útero materno, comienzan a desarrollarse una serie de funciones orales, como la succión y deglución. Éstas, junto con otras funciones que aparecen durante los primeros segundos de vida o en los meses iniciales (respiración, masticación y habla), aseguran un adecuado crecimiento y formación de los distintos órganos que conforman el sistema orofacial. Dichos órganos son la lengua, labios, mejillas y el paladar, entre otros. Un crecimiento equilibrado y armónico de los mismos, permitirán un buen funcionamiento oral, por lo que la alimentación podrá llevarse a cabo de forma adecuada.
La alimentación es una función innata y vital para todos los seres vivos.
Pero, ¿qué ocurre cuando aparecen dificultades en la alimentación de los más pequeños?, ¿cómo pueden manifestarse?, ¿cómo actuar ante un problema de este tipo?… Estas y otras muchas preguntas son las que se realizan los padres que estén pasando por una situación de este tipo.
Podemos comenzar diciendo que los trastornos de alimentación en la infancia son más comunes de lo que creemos. Presentan una alta prevalencia en niños con algún tipo de discapacidad o dificultad en su desarrollo. El origen de dichas alteraciones y cómo se manifiesta pueden variar dependiendo de cada caso concreto.
En algunas ocasiones, puede tratarse de niños que no han tenido experiencias positivas con la alimentación o no han adquirido los procesos sensorio-motores necesarios para ello. Algunas causas, como por ejemplo, bebés prematuros con dificultades de succión, parálisis cerebral infantil, niños portadores de sonda nasogástrica o gastrostomía o niños con alteraciones anatómicas congénitas como fisuras labiales y /o palatinas, por ejemplo.
También pueden existir casos en los que aparezcan complicaciones con la introducción de la alimentación complementaria o alimentos sólidos, persistencia de mascado o masticación inmadura más allá de la edad establecida como normal (7-8 meses), otras dificultades de masticación, o que debido a alguna disfunción oral (respiración oral, deglución atípica, hábitos orales nocivos…), la alimentación se vea comprometida de alguna manera.
¿Cómo tratar las alteraciones de la alimentación?
Para un mejor pronóstico, se recomienda que el abordaje sea temprano e interdisciplinar. El equipo deberá estar formado por un logopeda especialista en alteraciones de la deglución, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, psicólogo, pediatra, médico gastroenterólogo, nutricionista o neumólogo, entre otros, siendo necesaria la intervención de cada uno de ellos en las diferentes etapas de la intervención. Por supuesto, la familia será una parte fundamental y de las más importantes en todo proceso.
Debido a que todavía son pocos los equipos especializados en atender dichas alteraciones, son frecuentes los casos que llegan a consulta en los que ningún profesional ha atendido o asesorado previamente a la familia sobre qué técnicas o procedimientos pueden llevar a cabo para alimentar a su hijo, o sobre qué riesgos pueden existir si la seguridad de la alimentación está comprometida. Se suelen generar situaciones de estrés y ansiedad, tanto para los padres como para el niño, transcendiendo en la calidad de vida del núcleo familiar.
Por tanto, ante señales que nos lleven a pensar que nuestro hijo puede tener un problema de alimentación, se recomienda consultar con un logopeda colegiado y especializado en trastornos de la alimentación. Mediante una valoración y estudio detallado del caso (se procederá a derivar a otros especialistas en caso de ser necesario), se elaborará un programa de intervención que posibilite el trabajo directo con el menor y con la familia, acompañándolos y dotándolos de una serie de herramientas que permitan mejorar la calidad de vida del niño, repercutiendo positivamente en su desarrollo.
Sara Castaño González
Logopeda Col. 29/0886